El nuevo auge del cine en 3D, con películas como Avatar o Toy story 3, lo hace parecer un fenómeno reciente, pero el efecto tridimensional en movimiento se ha reinventado casi en cada década, y sus antecedentes datan de hace dos siglos en la fotografía. Fue el inglés Charles Wheatstone quien, en 1840, inventó el primer aparato estereoscópico con cuatro pequeños espejos, ubicados de tal forma que, al mirar por ellos, las imágenes que ve cada ojo por separado se montan, produciendo un efecto en 3D.
El dispositivo causó furor en la primera feria mundial de 1851, en Londres, donde se mostraban los mejores inventos del siglo, e incluso la reina Victoria se retrató usando la técnica. Fue entonces que el artilugio prendió como la pólvora y a fines del siglo XIX ya se había consolidado en EE.UU. Así llegó a las manos del chileno Carlos Mujica Varas. El odontólogo de la Universidad de Chile pasaba una temporada de estudios en Filadelfia cuando conoció el invento. Lo cautivó de inmediato. Se compró una cámara, aprendió los trucos y, de regreso a Chile, dividió su tiempo entre su consulta dental de calle Mac Iver y el cuarto oscuro que construyó en su casa, donde revelaba las imágenes en placas de vidrio.
En ellas plasmó sus paseos por el Santiago de inicios del siglo XX, los cerros Santa Lucía y San Cristóbal, la Plaza de Armas o la Catedral. El acervo de 165 placas, que datan de entre 1912 y 1925, fue donado el año pasado por Ana María Escobar, nieta de Mujica, a la Biblioteca Nacional, que las exhibe hasta el 1 de noviembre en la muestra Reflejos de modernidad.
“Es un registro inédito de un Santiago que ya no está y, además, es valioso por la técnica de la fotografía estereoscópica, que tras su auge fue vista como una curiosidad. En los años 60, por ejemplo, se hizo popular como juguete, con la View-Master”, dice Carla Franceschini, jefa del Archivo Fotográfico de la biblioteca.
Junto con otros fotógrafos extranjeros avecindados en Chile, como el francés León Durandin y el suizo Hans Frey, Mujica fue uno de los pioneros de la fotografía estereoscópica. En la muestra se exhiben las 165 imágenes dobles, con diferentes ángulos casi imperceptibles a simple vista; seis placas en color y un visor de la época, marca Gaumont. “La idea es que el público entienda cómo se produce el efecto 3D, que al final se basa en el principio de la visión humana. Para eso, elaboramos visores especiales donde se puede apreciar la ilusión de las fotos de Mujica”, explica Franceschini.
Fuente: La Tercera