Un estudio norteamericano y otro chileno concluyen que los adolescentes no tienen incorporado buscar entretención en los libros.
En una primera mirada, Javiera (12) es una niña como cualquiera: tiene a casi todo su curso en Facebook, hace las tareas con el chat encendido y considera que la película Camp Rock es una mala copia de High School Musical. Hay un punto, eso sí, en que la Javi marca distancia con sus congéneres: le encanta leer libros. Se entretiene con ellos. Los disfruta. Durante el año escolar, debe dejar atrás una lista de textos que el colegio le impone, pero ella los lee en las vacaciones de verano y llega a marzo con la tarea resuelta.
Su costumbre de buscar entretención en la lectura viene de chica y se acrecentó con los años. Algo que no le ocurre en general a los niños: el hábito que más pierden cuando pasan a ser adolescentes es la lectura de libros. Así se desprende del Kids and Family Reading Report, desarrollado por la editorial Scholastic y el Harrison Group: entre los seis y los ocho años, el 56% de los niños lee libros con el afán de entretenerse. A los 15, sólo el 24% conserva esa costumbre. ¿Qué prefieren? Usar el celular, ver televisión o películas, navegar por internet y jugar videojuegos. Esos datos también tienen representación en la realidad chilena. El estudio Escuela y Familia: Su influencia en la formación para lectores del mañana, de Fundación La Fuente, dice que a los 10 años, el 29% de los niños lee libros para entretenerse y a los 14 años, sólo el 12%. En la vereda opuesta, navegar por internet crece de 45% a 69% en ese lapso y ver televisión, de 43% a 48%.
¿Donde está la clave? Precisamente en la búsqueda de entretención. "La lectura debe ir de la mano con pasarlo bien", dice la experta en sicología de la Educación de la U. Católica, Malva Villalón. Sin embargo, la lectura de un libro como sinónimo de entretención no es un concepto incorporado. "Es una situación que se traspasa de padres a hijos en los hogares chilenos y que los planes de fomento lector de los colegios han reforzado al hacer de la lectura de libros parte de las obligaciones escolares", insiste Villalón. Los niños acusan el golpe de esa obligatoriedad. Cuando se les pregunta qué es lo que menos les gusta de la lectura, la respuesta mayoritaria es "sentirme obligado a leer" (41%). "A pesar de que en los actuales planes de lenguaje y comunicación no está presente el concepto de lectura obligatoria y no entrega, además, un listado de libros a leer, aún está presente en muchos docentes. Y los listados de libros siguen siendo los mismos que hace tres o cuatro décadas", agrega Claudio Aravena, profesor de Lenguaje y gerente de proyectos sociales de Fundación La Fuente.
Ahí hay otro punto que aleja los libros de los niños: el 23% dice que le disgustan los temas que le dan a leer. "Los buenos libros son la clave", dice Villalón. "El éxito de Harry Potter es una demostración de que la falta de interés en los libros de los preadolescentes puede revertirse. Las novelas de vampiros, de Stephenie Meyer, de gran éxito entre adolescentes y jóvenes, son otra prueba en este sentido".
El escenario es complejo. El Kids & Family Reading Report acusa la irrupción de la tecnología en el mundo de la entretención infantil. ¿Deben competir con los libros? Villalón responde que no. Que un buen libro permite abstraerse y construir el amplio escenario interior donde cobran vida los personajes y las escenas. Permite, en el fondo, entretenerse. Y eso lo que quieren los niños (40,3%). Además, son ámbitos que pueden complementarse y en el desarrollo de libros los electrónicos puede ser un camino. "Si la tecnología es capaz de desarrollar libros con imágenes 3D o cuentos con links a videos, trailers, películas, el interés crecerá. A los niños y jóvenes le gustan los mundos fantásticos, los personajes de otra época, la acción insospechada de una historia. Eso claramente se puede apreciar en un videojuego. ¿Por qué no se acercan a los libros del mismo modo?", dice Aravena.
En la tarea de revertir esta realidad no es sólo del colegio. Los estudios en Chile indican que los adultos no son buenos lectores. Los niños dicen que tienen pocos libros en sus casas. Los niveles de iniciación temprana a la lectura en Chile están por debajo de los países desarrollados. Y la Encuesta de Primera Infancia dice que un 40% de los padres nunca lee ni cuenta historias a sus hijos preescolares. "Necesitamos de una generación de adultos que disfruten de la lectura y estén dispuestos a compartirla con sus hijos no como un medio, sino como un fin. Lo demás -la mejora del vocabulario, el conocimiento, la lectura y la escritura- vendrá por añadidura", concluye Villalón.