7 de diciembre de 2011

La "hormona del amor" aumenta en las personas gracias a las redes sociales

Se trata de una pequeña molécula, aunque con un inmenso poder. Actúa como una hormona, facilitando procesos tan cruciales para la especie humana como son el parto y la lactancia. Pero la llamada oxitocina también funciona como neurotransmisor a nivel cerebral.
Allí, "activa un gran circuito neuronal que libera a su vez dopamina y serotonina. Este circuito te hace sentir bien, cuando haces algo bueno. Esto es lo sorprendente, el hecho de que cuidar de los demás sea parte de nuestra naturaleza humana", explica a "El Mercurio" el neurocientista y economista Paul Zak, uno de los fundadores de la llamada neuroeconomía. Él es una de las personas que más ha investigado esta molécula, que sólo existe en los mamíferos y que se conoce como la "hormona del amor" o de los afectos.
Ahora, este experto de la Universidad de Pensilvania demostró que las redes sociales son también un potente estímulo para que se produzca esta sustancia. Quienes se comunican a través de Facebook con su novia o su novio, por ejemplo, tienen aumentos de hasta un 150% de esta hormona.
Esto sucede porque estas redes trabajan en favor de la naturaleza humana y son una clara prueba de que necesitamos pertenecer a una comunidad.
Confianza
La oxitocina fue descubierta en 1953 por Vincent Du Vigneaud, lo que le valió el Nobel de Química, dos años después. Se trata de una molécula muy tímida, que casi no se detecta habitualmente. Pero cuando se libera, apenas vive tres minutos y se degrada rápidamente.
Zak comenzó a estudiar en el 2000 la relación de esta sustancia con la confiabilidad. En un experimento demostró que cuando alguien regala dinero a otra persona, quien lo recibe registra un alza de esta hormona. Esto lleva al favorecido a querer compartir su dinero con los demás. Zak llama a esto "la biología de la confiabilidad".
En ese mismo tiempo, este académico demostró que "en los países con una mayor proporción de personas que sienten confianza hay más transacciones comerciales, más riqueza y más prosperidad, lo cual alivia la pobreza". Por el contrario, en los países pobres hay más desconfianza.
Pero no sólo eso. Un equipo de científicos de la U. de Zurich, liderados por el psicólogo Ulrike Rimmele, hizo un estudio en humanos divulgado en 2009, que demostró que al dar oxitocina como spray vía nasal a las personas que ven a desconocidos, tiempo después recuerdan sin problemas esos rostros.
Este potente efecto se ha comenzado a estudiar este año, además, en niños autistas. El doctor Larry Young, profesor de psiquiatría y ciencias de la conducta de la Escuela de Medicina de la U. de Emory, ha visto que cuando estos menores reciben esta hormona "se muestran más confiados, hacen contacto visual y recuerdan con más facilidad los rostros de las personas que ven a menudo". Esto es un gran progreso para un trastorno en que los niños no tienen la capacidad de mantener contacto visual con otras personas y les cuesta leer las emociones en los demás.
Pero más allá de estos encuentros cara a cara, también en las reuniones sociales se ha visto que los niveles de oxitocina son determinantes en los lazos que se forman.
A mediados de este año, Zak asistió a una fiesta de matrimonio de unas 200 personas en el sur de Inglaterra. "Antes y después de la ceremonia saqué muestras de sangre a los novios, sus familias, amigos y a todos los invitados", explica. Así pudo ver que el mayor peak de la hormona lo tuvo la novia, seguida de su madre, luego el padre del novio, el novio y luego la familia y los amigos. "Una verdadera distribución de planetas alrededor de la novia que era el sol", agrega.
Los experimentos para conocer más la oxitocina siguen multiplicándose, ya que existe la certeza de que esta insignificante y frágil molécula juega un papel crucial como pegamento social y como fundamento de una humanidad mejor.