Arces japoneses, cipreses rastreros, pinos, azaleas, peumos europeos y un olmo chileno se exhiben en el Museo del Bonsái, nuevo espacio que desde hoy ocupa uno de los patios interiores de la Biblioteca Nacional.
El lugar de 100 metros cuadrados es el primer regalo que recibe la institución por su Bicentenario, que se celebrará el 19 de agosto de 2013. “Es un homenaje que le rinde el Instituto Cultural Chileno-Japonés a esta entidad tan significativa”, explica María Cristina Pérez, directora ejecutiva del instituto.
Al aire libre y con entrada liberada, en su primera etapa abrirá lunes, miércoles y viernes, entre 13 y 15 horas.
Debido al cuidado que necesitan estos árboles se cambiarán cada tres semanas, renovación que permitirá conocer diferentes ejemplares.
“Ahora los más antiguos que tenemos son un cedro del Líbano y un olmo chileno. Cada uno tiene 60 años”, explica el maestro de bonsái Alexis Vidal.
Con la supervisión del Consejo de Monumentos Nacionales se habilitó un cerco de bambú y se ambientó el patio con una fuente de agua, propia de la cultura japonesa. Al interior de este espacio, mesas de piedra roja sirven de plataforma para 24 árboles podados cuidadosamente para controlar su crecimiento, que podría alcanzar 15 metros de altura, pero que con un minucioso cuidado de cortes llega sólo a un máximo de 80 centímetros o menos.
“En un árbol de bonsái se busca dar artificialmente las características que tendría en forma natural, por ejemplo si éste creciera en las montañas se busca dar con una forma achaparrada y con un tronco inclinado, de manera que pareciera que no tuviera intervención humana”, explica Alexis Vidal, experto en el tema desde hace 40 años y uno de los encargados de las charlas que se dictarán en el museo.
Junto con estos talleres gratuitos, el recinto ubicado en Moneda 610 también servirá de guardería para los aficionados al bonsái, que tendrán oportunidad de exponer sus propios árboles.
El museo partirá su programa de actividades el 29 de octubre, con una demostración de poda de bonsái en un paisaje rocoso, siguiendo en noviembre con un desfile de kimonos y una ceremonia del té. A fin de año se realizará un curso de encuadernación japonesa y una demostración de tambores (taiko) y artes marciales. A comienzos del próximo año se sumará una presentación de flauta nipona (shakuhachi) y clases de origami, kirigami (papel recortado), caligrafía y de japonés.
Fuente: La Tercera