El negocio de los libros sobre fútbol tiene una nueva camada de goleadores. Son ambiciosos, versátiles y cuentan con la confianza del editor para dar una alegría al público. Si se dan las cosas.
No es nuevo el nicho de los libros de fútbol, tan abundante por estas fechas en las librerías nacionales. Lo nuevo es el éxito como consecuencia de la calidad de su contenido antes que por moda o alguna fiebre pasajera. Son libros intensos, con sentido de la narración, que aspiran a longsellers sobrepasando la contingencia. Festivos, entrañables, llenos de datos sabrosamente inútiles como Anecdotario del fútbol chileno II (Ediciones B), y a todas luces incómodos y frontales, como La caída (Aguilar).
"La idea salió en una reunión de pauta de temas de no ficción que despertaban interés", explica Francisco Ortega, editor de este último. "Nos dimos cuenta de que el público masculino, y también el femenino y no futbolero, estaba muy intrigado por este juego de poder en la ANFP".
Olfato. No hay más receta para que el libro de Francisco Sagredo vendiera mil ejemplares en una semana.
Además, los autores que los firman tienen años de circo en el periodismo deportivo y acceso privilegiado a fuentes. Por lo mismo son más libres y menos culposos a la hora de escribir.
Basta mirar las cifras de Ediciones B con los títulos de la dupla Guarello-Urrutia para que asomen las virtudes. Si al comienzo la publicación de Historias secretas del fútbol chileno I (2005) era una aventura, 10.000 ejemplares después el terreno se hizo más seguro. Hoy la media decena de libros escritos por ambos periodistas supera largamente las 30.000 unidades facturadas.
Pese a lo feliz de las cifras, la reflexión de Marilén Wood, gerente de Ediciones B, lo confirma. "Con ese exitazo nos pareció que debíamos seguir en la línea, pensando en que no era mérito sólo de los libros de fútbol sino de los autores", explica, a la vez que ratifica la nueva apuesta de la editorial: Alexis. El camino de un crack, retrato del delantero del Barcelona escrito por los periodistas Danilo Díaz y Nicolás Olea, que hoy llega a librerías nacionales.
Con todo, en Chile los libros de fútbol llevan una vida apacible en las aguas de la no ficción de guante blanco y neutral, a diferencia de lo que ocurre en otros países en los que se apunta hacia la crónica dura y sociológica, como el trabajo del argentino Amílcar Romero, habituado a zambullirse en el mundo de las barras bravas. Aquel podría ser parte del nuevo desafío si la idea es lograr que el nicho no se estanque.
O bien, sin más, desatar la ficción.
Ejemplos hay pocos, pero valiosos, como el inexplicablemente descontinuado Sangre azul, de Alfredo Sepúlveda, libro de cuentos vinculados a la U que apareció en 1994. Frontal, desbordado, emotivo. Es raro que no haya tenido respuesta desde la contra, como sí ha ocurrido, aunque con pobres resultados, con "Una granada para River Plate", espléndida crónica de Juan Pablo Meneses en un viaje a Buenos Aires junto a Los de Abajo en 1996. Aquel texto, imitado hasta el hartazgo, forma parte de Equipaje de mano, su primer libro, reeditado esta semana por el sello Lolita.
Pero aún no es suficiente. En España un libro como Barça. La pasión de un pueblo, de Jimmy Burns, no busca ser ecuánime, sino ofrecer a su hinchada una historia épica del club. Tanto o más que Salvajes y sentimentales, de Javier Marías, enamorado del Real Madrid, o Boquita, de Martín Caparrós, cuyo título deja todo claro: es un libro escrito por un bostero desde los cinco años, feliz con los de su bando.
Como se ve, la consigna en todos estos casos es clara: que los hinchas sean más hinchas y, de paso, los lectores más lectores.
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