Lento, pero a paso seguro. Así ha sido el desembarco de los libros electrónicos en el mercado literario chileno. En las próximas semanas, de hecho, finalizará la primera etapa de este proceso. ¿Cómo se ajustan las editoriales y escritores a este nuevo panorama?
Fue un golpe duro. De esos que sólo Andrew Wylie, el "Chacal", sabe dar. Hace un año el agente literario más temido y respetado del mercado anglosajón se salió con la suya: anunció la creación de Odyssey Editions, su propia editorial de libros electrónicos. Así, la única forma de conseguir e-books de autores como Borges, Norman Mailer y Saul Bellow, entre otros, sería a través de esa plataforma. Y todo eso, sin preguntarle nada a Random House, la editorial que posee los derechos de estos escritores -en papel- para el mercado anglo. Era, por supuesto, la forma en que Wylie sacaba ventaja del nuevo panorama. Un nuevo mercado editorial que ha cambiado desde la aparición de los e-books, junto los dispositivos para leerlos como e-readers (Kindle, Sony Reader) y tablets (iPad, Samsung Galaxy). Y pese a la enrabiada respuesta que Random House se encargó de darle a Wylie en un comunicado, lo cierto es que no mucho podían hacer. ¿La razón? Con la llegada del libro electrónico se ha abierto un vacío en ese sentido. Hoy, una editorial puede poseer los derechos de un escritor, pero a la hora de las ediciones digitales, hay que negociar de nuevo. Ya sea con el mismo autor o con su agente.
Y ese vacío, claro, es una de las tantas aristas que se han instaurado en este nuevo orden. Que no quepa duda: con la digitalización de los libros, los actores de siempre -escritores, editoriales, librerías, agentes- han tenido que evaluar el papel que jugaban en el mundo de los libros, para ajustarse al mundo de los e-books. Y si en Estados Unidos los signos de ese cambio ya están a la vista (la quiebra de la alguna vez poderosa cadena de librerías Barnes & Noble y las últimas cifras de Amazon, que muestran que las ventas de libros electrónicos superan a los de papel), en España el año pasado fue clave con la creación de Libranda, la principal plataforma hispanoamericana que distribuye e-books.
En Chile, eso sí, aún estamos en la primera etapa. Pero este 2011 es clave en este proceso de metamorfosis. "La idea es que de aquí a fin de año tengamos todo el fondo editorial arriba en formato electrónico. Y desde ahora en adelante vamos a salir en forma simultánea, en libro de papel y digital, con las novedades que editemos, como la última novela de Hernán Rivera Letelier, El escritor de epitafios, que sale en julio", dice Andrea Viu, directora editorial de Alfaguara. Este último sello, Random House Mondadori y Planeta son tres de las editoriales que, el año pasado, llegaron a un acuerdo con Libranda. Las dos primeras ya tienen títulos de autores chilenos para descargar. Y Planeta, a su vez, lo hará en las próximas semanas. "Nosotros vamos más lento", dice Josefina Alemparte, editora de Planeta, que en las próximas semanas tendrá e-books de Diamela Eltit, Pablo Simonetti y Carla Guelfenbein. "Ésa es la política de Planeta. Como todavía el libro digital no es un negocio, lo manejamos con cierta prudencia".
Libranda -vale aclarar- no es una editorial. Tampoco es una tienda virtual donde uno puede comprar directamente e-books. Es, como lo dijo Arantza Larrauri, su directora general, "un simple almacén y transportista de archivos". Así funciona: las editoriales le ofrecen su catálogo a Libranda y ellos deciden a qué páginas y librerías les venden ese catálogo, para que el usuario descargue títulos digitales. Hasta hace unas semanas, sólo operaba en España. Pero eso ya es historia: desde inicios de junio se puede comprar desde países como Argentina, México, Colombia, Chile y Estados Unidos. En nuestro país, los libros de Libranda se consiguen a través de seis páginas web con catálogo digital: Feria Mix, Bazuca.com, Antártica, Feria Chilena del Libro, Buscalibros.cl y dBooks.cl. Esta última, una librería virtual creada por Dimacofi, la empresa de fotocopias e impresiones digitales, que hoy ingresa a este mercado. En cuanto a los precios, depende del libro y la editorial: Los hombres que no amaban a las mujeres, el best seller de Stieg Larsson, se puede bajar por $5.910 en buscalibros.cl. Su edición en papel, en cambio, puede alcanzar los $20.000.
Hay, además, editoriales que no han querido asociarse con Libranda. Norma es una de ellas. Ellos mismos ven con qué página distribuir sus e-books y les ofrecen a sus escritores un porcentaje que va desde el 25% al 30%. "Pero también hay autores nuestros, como Pablo Simonetti, Ampuero, Pilar Sordo, que sí están en Libranda, pero no por Norma -dice Sergio Gómez, editor de la sucursal chilena-. Llegaron ahí por su agente. El agente literario queda en una situación nueva en este mundo digital. Su trabajo es fundamental". Un caso emblemático es el de Carmen Balcells. A la poderosa agente literaria y gran impulsora del Boom latinoamericano no le gustó Libranda. Pero ha buscado otras vías: en la página de Dimacofi, por ejemplo, se encuentran disponibles e-books de Mario Vargas Llosa.
Hasta hace unas semanas, Libranda sólo operaba en España. Pero eso ya es historia: desde inicios de junio se puede comprar desde países como Argentina, México, Colombia, Chile y Estados Unidos. En nuestro país, los e-books de Libranda se consiguen a través de Feria Mix, Bazuca.com, Antártica, Feria Chilena del Libro, Buscalibros.cl y dBooks.cl
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