Bibliófilo rayando en el fetichismo libresco, Umberto Eco acepta la idea de que el libro electrónico puede desplazar para siempre al libro de papel: "Una minoría de indómitos podría ir a satisfacer sus necesidades a un museo", proyecta casi nostálgico. Pero, cauto ante las revoluciones, dispara al núcleo de la futurología digital: "También podemos imaginar que esa formidable invención que es internet desaparezca en un futuro. Exactamente como los dirigibles desaparecieron de nuestros cielos. O el Concorde".
En medio de la avalancha de profecías ligadas al libro digital, el autor de El nombre de la rosa hace memoria: Nadie acabará con los libros, se titula el volumen que reúne la serie de conversaciones que mantuvo con Jean-Claude Carrière sobre los efectos del e-book en la cultura. El semiólogo italiano y el guionista francés (El tambor de hojalata, La insoportable levedad del ser, Cyrano de Bergerac) recorren la historia del libro para defenderlo. En el camino, además de erudición a raudales, desatan su pasión por la lectura y las bibliotecas.
El invento perfecto
Guiados por Jean-Philippe de Tonnac, Eco y Carrière parten declarando su posición. "Con internet hemos vuelto a la era alfabética", dice el italiano, a lo que el francés agrega: "Nunca hemos tenido más necesidad de leer y escribir que en nuestros días. No podemos siquiera usar un computador, si no sabemos leer y escribir".
Y, por las dudas, Eco sentencia ante al e-book: "Las variaciones en torno al objeto libro no han modificado ni su función, ni su sintaxis, desde hace más de 500 años. El libro es como la cuchara, el martillo, la rueda, las tijeras. Una vez que se han inventado, no se puede hacer nada mejor. Quizás sus páginas dejen de ser de papel. Pero seguirá siendo lo que es".
Despachada la profecía del fin del libro, Eco y Carrière siguen en un diálogo con referencias al cine, los comics, la quema de libros, sus colecciones de incunables, la industria editorial, etc. Para desmitificar los esfuerzos contemporáneos por comprimir libros, retroceden al siglo XVIII: los aristócratas europeos viajaban con una pequeña maleta cargada con unos 40 libros en formato de bolsillo. "No eran bibliotecas computadas en gigas, pero el principio ya estaba establecido", dice Carrière.
Las posibilidades insondables de acumular información que plantea lo digital, los detiene: "Cuando tengamos un criado electrónico capaz de responder todas nuestras preguntas y lo sepa todo, absolutamente todo, ¿qué nos quedará por conocer?, ¿qué deberemos aprender aún?", pregunta Carrière. Eco responde: "El arte de la síntesis".
Fuente: La Tercera 23-09-10
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